“Y llegaron. Solos. Con paso firme, decidido y al compás.
Llegaron desde el más allá de los confines de otra orilla, de otro territorio
continental; con fe en la muerte y en la vida, en su Credo y en su Honradez. Descendieron de
un barco de plata dorado y entonaron en sus corazones el amor a su ‘Bandera’.
Algeciras: ciudad
rociada por la espuma del azul y manso, bello y seductor, Mediterráneo aguarda
la llegada de una tropa de Caballeros, valientes y novios de la muerte; y, con
el rugir del paso militar, paso ligero a golpe de cornetas y tambores, desde la
Capilla de Nuestra Señora de Europa, rinden honores a Jesús atado a la
Columna y a la Virgen de las Lágrimas”
Si escribo es por
casualidad. Si amo las letras, no.
Las letras son las voces que rompen a la libertad, a la
vida, a la ilusión; son la necesidad de perseguir largas noches de luna llena y
largos amaneceres donde el horizonte se ilumine de colores primavera; son los
sentimientos engalanados por el amor a un blasón; son el honor de quien la
esgrime frente a las injusticias y el escudo de armas de quienes defienden con
dignidad su gloria. Las letras son a veces mudas, otras veces, sonoras. Son
puñaladas que regatean, que dañan, que esgrimen grandes verdades y, a veces,
calculadoras erupciones en el pellejo del alma; a veces, sobornan, adulan,
enseñan, contradicen, distinguen, protegen, sienten, descafeínan y adornan la
pasión por la vida, otras veces, la reflejan con genuina claridad.
Más de veinte mil
personas se agolpan, en un suspiro, alrededor del centro de la ciudad; acogen y
vitorean, con expectación, a los Caballeros Legionarios del Tercio Duque de
Alba de Ceuta. En un homenaje a la Bandera de España, a su propio Blasón, a
la gloria de sus héroes, al espíritu de amistad, unión y ayuda, y a su
valentía, acompañan en procesión y rinden el más que merecido homenaje a la imagen de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna, “La Columna” y a la Virgen
de las Lágrimas, y entonan, alrededor de las engalanadas y rebosadas
calles, con letra capital, el Himno al “Novio de la muerte”.
Y un pellizco se agarra
como una mordida a mi respiración.
(...) Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!
¡Pero la cabra no vino! Muchos la esperaban.
Juanjo Sánchez
Lunes Santo, Algeciras, 30 de marzo, 2015