lunes, 22 de junio de 2015

Álvaro Aguilar Calvete

ÁLVARO AGUILAR CALVETE - EL CABALLERO DE "LA ALIANZA DE LOS REINOS"  

Nada es lo que una vez fue ni lo que será. El avance y el desarrollo son los pistones que el motor: las ideas, dirigen hacia el progreso. Y si la dignidad es el valor del decoro y la utopía la del indecente cuando las máscaras se desvanecen, los pactos de agresión empuñan armas, las palabras dan paso a la difamación y de los corazones emergen mantis con dimensiones de dragón, el Caballero de la Alianza de los Reinos asoma por el horizonte con el cariño y la ocupación de proteger con su honor, su inteligencia y su ímpetu a quienes, con argucias, han sido víctimas de quienes se sujetan al trono de naipes de sus mentiras.
    
Ingeniero de caminos, caminos que se forman con su cabalgar, es el Caballero de condición medieval al que un día, la naturaleza divina de su concepción, le regaló el sentido de la modestia, de la generosidad, del aprecio y de la educación.

La pureza del medio ambiente en el que se desenvuelve, la influencia de sus sueños y la pasión del sentir, son los inolvidables recuerdos que atesora este personaje, maestro de vocación tardía y escritor amante del Medievo, del misterio, del thriller, de la cultura y del arte.

Álvaro Calvete es descendiente de la persistencia, la resistencia, del poder legendario de las rapaces, la fuerza y la velocidad, la tenacidad y la solidez de carácter, la garra del Águila conquistadora de grandes cimas y complejos desafíos y bondades. La claridad y la suspicacia de sus orígenes castellanos junto a su pasado ancestral en la Serranía de Ronda le abocan a liderar a líderes, pequeños y grandes. 

Ilusionado, de nuevo, por el amor del suave nombre de una mujer, Vanesa coge el timón de su vida y capitaneando el destino, junto a sus novelas, navega en la soledad de sus noches de creación. 


¿Quién está detrás de las novelas “La Alianza de los Reinos” y “La Enviada de Dios”?
    

¡Bueno! Soy yo, Álvaro Calvete Aguilar. ¿Y qué te voy a contar de mí? Es algo complicado. Aunque nací en Ronda, en mi D.N.I. pone que nací en Benarrabá, un pueblecito de la Serranía de Ronda, en la provincia de Málaga, con unos setecientos habitantes, entre los que nos encontramos varios autores literarios, muchos artistas, músicos y poetas. Hay mucho arte y artistas entre tan pocos habitantes.



¿Cómo llegas a Algeciras?

Aunque al comienzo de mi vida, por trabajo de mi padre, Agente Medioambiental, viví hasta los siete años en Jimena de la Frontera, de nuevo por su trabajo hubo un nuevo traslado y nos vinimos a Algeciras, donde ya nació mi hermana Marta, tres años más pequeña que yo.

¿Hacia dónde se dirigió tu futuro?

Hacia la educación. Aunque he de reconocer que hasta que no comencé a ejercer no se despertó en mí la vocación. He descubierto una nueva pasión: los niños y sus aprendizajes. Después de pasar por el Colegio Público “Bahía de Algeciras” y por el Instituto “Levante” de La Línea de la Concepción donde hice Magisterio tuve la suerte de entrar como maestro de Educación Física y de Primaria en el “Colegio Inmaculada” de Algeciras. Mientras, he obtenido muy buenas notas en varias oposiciones pero sin éxito. Existen muy pocas plazas.

Creo que acerté con la profesión que elegí casi por casualidad.

Bueno pero en el camino también se te han despertado las musas de las letras, ¿no?

Comencé muy pequeño a escribir en cuartillas que yo mismo recortaba. Mis primeros escritos los guardo con mucho cariño. Y sí, es cierto que la literatura es otra de mis aficiones, junto al deporte y los viajes.

De ser una afición a lanzarte a escribir un primer libro ¿qué tuvo que suceder para ello?

Dragón Quest es un juego de RPG que me marcó tantísimo que me decidí a escribir “La Alianza de los Reinos”: mi primer libro. Cuando acabé el juego supe que yo también quería contar una historia como aquella. Un libro que describe una historia de aventuras en un mundo ficticio donde la épica, la fantasía, los castillos y las princesas son elementos románticos en la novela.

Los personajes son todos humanos, podrían haber aparecido seres mitológicos pero no, son todos personas ficticias que le dan vida a una novela juvenil del género de la fantasía.

Has hablado hace unos minutos de los habitantes de Benarrabá y que allí hay varios autores e infinidad de artistas. La proporción es bastante alta en comparativa con la población existente, ¿a qué se debe?

(Responde entre risas)

Quizás sean las aguas del Genal, igual que les sucedió a los Hobbits cuando bebieron en el Bosque de Fangorn y les hizo crecer. Tal vez a nosotros nos desarrolla la vena literaria y artística. ¡No lo sé!

Eres muy joven, uno de los pocos que he entrevistado con solo treinta años, así que la respuesta es muy cercana en el tiempo. ¿Qué recuerdas de tu reciente niñez y juventud?

Hasta los siete años pasaba los fines de semana en Benarrabá, el pueblo de mi madre. Luego también, pero ya era más complejo ir desde Algeciras. Desde Jimena en media hora llegabas al pueblo, luego ya tardabas más. Y recuerdo como jugaba todo el día en la calle con mis amigos. Hoy eso se ha perdido. Los meses de verano, que los pasaba allí, poco pisaba la casa. Era una vida sana rodeada de naturaleza y de valores, sin preocupaciones algunas, sin desconfianzas; las puertas de las casas se dejaban abiertas, se vivía con mucha tranquilidad y calidad de vida.

Hoy día cuando echo la vista atrás me llama mucho la atención. Aquello que viví hace poco más de veinte años ya no existe. Era otra época. La era digital ha hecho mucha mella y los excesos hoy día están muy acusados. No es mala la era digital, pero con límites y medidas más definidas sería mucho más provechosa y la vida más equilibrada.

¡Muy bien hablas de Benarrabá!

Y lo que puedo seguir hablando. Podría volverme loco haciéndolo. Es un pueblo junto al Río Genal que desprende magia y hechiza a quien va por primera vez. Su gente es amable, cercana, acogedora; aunque no conozcan al forastero le saludan, le agasajan, le atienden como a uno más de los suyos.

Los productos gastronómicos son todos buenos y baratos, los pocos bares que hay siempre están llenos. Sus paisajes son los de un paraíso terrenal. ¿Qué voy a contar de mi pueblo que no sea cierto y atractivo a la vista y al sentir de su gente y de quienes nos conocen? No sería bien nacido si no fuera agradecido. Y sí, soy un enamorado de aquellas tierras.

De nuevo será el Genal la pócima de mi agradecimiento.



Una niñez con abuelos es lo mejor, ¿verdad?

Tuve la suerte de conocer a los cuatro. Y aunque recuerdo a todos, con mis abuelos de Zamora, Aurelio y Ana, los progenitores de mi padre, no tuve todo el trato que me hubiese gustado por la distancia; solo en verano cuando íbamos a verles, y a pesar de que mi abuela paterna fuese de Algatocín, también de la Serranía de Ronda. A mi abuelo Aurelio, le recuerdo muy estricto. Todo había que hacerlo al milímetro, nunca andar descalzo, siempre dentro de un orden, de otra época, que él se encargaba de vigilar. Para un niño como yo que venía de estar todo el día jugando en Benarrabá, llegar allí me resultaba duro. Mi padre ha heredado esa rectitud, pero los tiempos cambian. Es una persona que sabe adaptarse y dejarse querer. La verdad que tengo la suerte de tener unos padres muy buenos, que tanto a mi hermana como a mí nos han dado, y nos siguen dando todo, y que siempre se han portado con nosotros de forma inmejorable. Solo tengo palabras de agradecimiento para ellos.

Y respecto a mis otros abuelos, los de Benarrabá, pues eran gente del pueblo con las características y similitudes de los habitantes que te he descrito antes.

¿Qué te emociona?

¡Soy una nena! Y encima me encanta. ¡Qué le voy a hacer! Soy muy emocionable. Con cualquier cosa se me puede saltar una lágrima y a veces las emociones me ponen en un aprieto. Cuando presenté La Enviada de Dios, nada más comenzar con los agradecimientos, cuando nombré a mi hermana, quien no pudo venir por estar en Madrid, donde vive, las emociones me comenzaron a azorar.

Es decir, tus motivaciones tienen que ser apoteósicas.

Pues sí, me motiva cualquier cosa.

A pesar de ello, mi mayor motivación es que se lea lo que escribo, y que quien lo haga le guste, se enganche a la lectura, aprenda, quiera seguir leyendo más allá del final. Esa es mi verdadera satisfacción. Hay quienes me han dicho que, en el caso del segundo libro, le ha sido tan fácil de leer que, incluso con algo más de trescientas páginas, lo ha leído en muy poco tiempo. Creo que tú tienes el récord.

Bueno, no rememoremos la gesta. ¿En que número de ventas ha estado este segundo libro?

Entre los cien primeros, en España ha estado máximo en el número cuatro del género policiaco, de suspense y negro.

¿Cuánto tardaste en escribir “La Alianza de los Reinos”?

Cuatro años. Escribo cuando puedo ya que el colegio me ocupa mucho tiempo. Cuando se tiene otro trabajo es muy complicado escribir. Te quita mucho tiempo. 

¿Es cierto que las musas aparecen en la soledad y entre los claroscuros de las sombras de las noches?

Me gusta escribir de noche con la lamparita encendida, en la soledad, con un foco que defina la oscuridad, con los auriculares puestos y la música instrumental de bandas sonoras o música clásica de fondo, ambientando los lugares mágicos que voy creando como escritor. Y la magia se transforma en literatura.

¿Y el segundo, “La Enviada de Dios”?

Soy de los que se lo toman con mucha tranquilidad. El segundo lo acabé de escribir antes de comenzar a trabajar con los niños en el colegio. Quizás si no lo hubiese terminado antes, aún no estaría en el mercado. Suelo tardar varios años. Me gusta informarme, investigar. Soy muy meticuloso, reviso y reviso, y sigo revisando. “La Enviada de Dios” ha sido una obra muy laboriosa que me ha obligado a conocer Barcelona y sus calles; sus direcciones, el tráfico, sus monumentos…

Volviendo a la enseñanza. ¿Cuál es la mejor que se puede recibir?

El ejemplo. No se puede enseñar sin dar ejemplo.



¿Dónde se encuentran tus metas? 

Todos los años, al comienzo de enero, me propongo las que considero. Las escribo y las voy tachando conforme las voy alcanzando.

Son objetivos a corto plazo. La vida hoy no está preparada para que hagamos muchos planes en el futuro lejano, sino para ir cumpliéndolos poco a poco. Igual mañana surge algún imprevisto e impide que se logren metas que estaban organizadas. Igual mañana ya no esté aquí con vosotros. Esto nunca se sabe. ¡Carpe Diem! 

Por desgracia la vida de hoy es como de usar y tirar. No se pueden hacer grandes planes.

¿Intranquilo por la crisis de los treinta?

¡Vaya pregunta! A veces pienso en la muerte, no lo niego. Estoy casi en la mitad de mi vida y con el doble estaré cerca de la jubilación. No sé si es crisis pero sí que me planteo muchas cosas.

A este ritmo, cuando llegues a los cuarenta ya me contarás. ¡Vaya respuesta!

Mi novia me dice a veces que me he preocupado demasiado joven por cosas que quizás no hayan sido de mi edad, pero he sido y sigo siendo así. Me preocupa la educación, la política, la sociedad, la religión…, cosas que con veinte años ya ocupaban mi pensamiento. Hoy me ocupo en ser feliz.

¡Un escritor que no viaje, no es escritor ni “ná”!

Yo he viajado mucho, me encanta. He ido a París, Roma, Florencia, Londres, Lisboa, Miami, Dubai, Barcelona, New York… Me pateo el mundo cuando puedo, y este año ya tengo planeado ir a la Costa Oeste de Estados Unidos y Hawaii.

Vale, aclarado. Eres escritor.

(Las risas se suceden)

¿Te inquieta algo?

El perderme cosas en la vida, el dejar de conocer, el no conseguir lo que deseo, en pensar que en un lejano futuro pudiera arrepentirme de no haber disfrutado más de lo que lo haya hecho… Quiero ser feliz y en el camino disfrutar de modo intenso y vivir lo máximo posible.

Pero la vida eterna no es una realidad ¿o sí?

Aunque seamos o no creyentes, pero más aún si lo somos, creo que no estamos preparados para descubrir en vida el desenlace del siguiente paso tras la muerte física. Hay un relato anónimo que me parece genial. Lo protagonizan dos gemelos en el vientre de la madre.

Uno le decía al otro:

-       Oye ¿tú crees en mama?
-       ¿Mamá? –decía el otro– Mamá no existe. ¿Tú la has visto?
-       No, yo no la he visto, pero la siento. Y a veces, si presto mucha atención, hasta la escucho.
-       ¡Anda ya! ¿Cómo va a existir vida fuera de la placenta? Es imposible la vida fuera de aquí. Estamos conectados por un cordón umbilical.
-       Bueno ¿no será que no estamos preparados para esa vida fuera de la placenta? Igual no. Tal vez nos imaginamos esa vida como es la que conocemos ahora.
-       No, no, olvídate. No es posible la vida fuera del útero, y Mama, ¡no existe!

En definitiva, creo que es una cuestión de fe. Pienso que no estamos preparados para comprender lo que vendrá después. Hasta que no lleguemos al nuevo nacimiento nuestro raciocinio no trascenderá al conocimiento más allá de la reencarnación, la salvación o la vida eterna.

¿Miedo a la muerte?

Le tengo respeto. Si estuviese cercano a ella seguro que me aterraría, aunque más que eso, entraría en un cuadro de profunda tristeza. En la zona en la que vivo, el Campo de Gibraltar, existe un índice demasiado alto de casos de cánceres, y si yo ahora muriese joven la pena vendría por no disfrutar más de mi hermana, de mis padres, de todo lo que la vida me puede dar: los viajes que deseo realizar, las novelas que quiero escribir, los éxitos que aspiro tener, la educación que anhelo ofrecer, las aventuras que aún están por emprender…

¿Mano dura, mano blanda o pasotismo?

Un líder tiene que tener autoridad, esto es indiscutible, pero para ello no es necesaria la mano dura sino saber conseguir el respeto sin alzar la voz. Hay que ser ejemplo, hay que ofrecer cosas que no suelen ofrecerse con frecuencia, cosas atractivas y que llamen la atención, y siempre hay que saber tratar a los demás teniendo en cuenta sus virtudes y defectos. Nunca reprochándoles los errores, siempre enseñando a aprender, a conseguir las metas. Es decir, saber motivar a otros para que lleguen a ser líderes.


Un William Wallace seguidor de las sagas de juegos de rol y amante del verde primavera y del negro dulce del chocolate, se deleita con el aroma a tierra mojada, con la gastronomía y la esencia de un pueblo orgullo andaluz.

Comprometido con la sociedad y con la educación no acaba de desenmarañar los sentimientos encontrados que le produce la actividad socio-política en España.

Católico, apostólico y romano es crítico de la Santa Madre Iglesia y no por ello detractor. Opina sobre uno de los grandes aciertos de los últimos años en la iglesia: el Papa Francisco, de quien se declara seguidor.

Álvaro es un coctel explosivo de sensibilidad, de generosidad, de amistad, de, en definitiva, amor a la buena educación, al saber estar, a la misión que tiene la formación en las escuelas, a la diplomacia y la coherencia entre seres racionales.

Afortunado bajo el amparo de una familia trabajadora, luchadora y educada en los viejos valores, no lo ha sido tanto en el, tal vez, complemento aristocrático necesario para sentirse en plenitud, quizás por la aspecto de buena gente y, por encima de todo, genuino corazón. Dolido por la traición y agradecido por el afecto y la ayuda de los demás, la sonrisa fresca y cómplice, reservada y discreta, de su pareja, una farmacéutica responsable y divertida, una mujer, como asevera el protagonista de esta historia, de las de antes, hace que el desafío del Universo se torne encubridor del destino que los astros le tienen reservado a ambos: el triunfo.

Juanjo Sánchez © 

22 de junio, 2015. Hotel Reina Cristina, Algeciras – Cádiz – 

“¿Y que te voy a contar de mí? Es algo complicado.”

Decía al comienzo de la entrevista Álvaro Calvete.





Todos los derechos reservados Juanjo Sánchez 
©