sábado, 31 de octubre de 2015

Elena Ortega, entrevista.

La yegua que susurra a su amazona: Bahía.


Impaciente buscadora de historias es la verdad de los detractores de la censura. 


Alocada, vivaz, oportuna y alegre, quizás heredera de la sonrisa tailandesa, es la impetuosa amazona que a lomos de “Bahía” surca el horizonte de su felicidad. Una felicidad compartida mujer contra mujer: yegua y amazona.



De fuerte carácter derrocha sonrisas y lágrimas. Elena es la alegría de la vida, la jaca desbocada por el sentimiento de libertad, una promesa del periodismo de investigación, una escritora novel que desborda pasión por su trabajo y por su amiga del alma, su melliza, una inconfundible yegua nevada con nombre de refugio marino; cuarzo de arcoíris que busca la paz, la tranquilidad, la noticia, las historias que destacan afectividades; es la ternura de un encuentro, el beso al alba, las lágrimas de un recuerdo, la luz del amanecer, el conflicto para zonas rebeldes, la descubridora de crónicas ocultas, el referente y la exploradora que escudriña al desconcierto.



Morena, de larga melena, tez cordobesa y ojos enigmáticos, es la trasparencia de un corazón que aún derrama emociones traslúcidas por José Luis, su abuelo. 



Elena es la misión absurda de sus contrarios, la protagonista de una misión imposible llevada siempre a buen término. Es la fuerza motriz de una pasión, de una forma de vivir, de un placer por descubrir; es el incendio, la huella en el camino, la naturaleza salvaje del viajero, la marca de un lema: “Ni una más”, el sudor del esfuerzo, las mil y una noches en el corazón del peregrino; el blanco inmaculado de una imagen, el temperamento del investigador, el genio del escritor, la incertidumbre del lector, la condición del temerario que busca el mayor éxtasis posible en la consecución del hallazgo. 



Elena es el ataque a la insolencia de la censura, la defensora encarnizada de la mujer de Ciudad Juárez; la friolera experiencia bajo cero en Rusia, la alegría por la vida en Tailandia, la contradicción y la belleza de la Guerrera, la energía del triunfo, la ternura de la infancia, la fórmula primera de la cápsula de la felicidad, el porqué de la creación.

Elena es mercader de inquietudes, de paisajes, de fotogramas, de históricas emociones, de reportajes con una sola firma marcada por una notable personalidad. La de Elena Ortega: una espeleóloga en un mar de vida, una arqueóloga de emociones, una ciudadana alrededor del planeta y una Doctora en indagación. Titán de acero inmerso en los entresijos de una alianza de civilizaciones, es el perfume marino que embriaga al marinero, el aroma a las noches en el amazona y la imagen de la esperanza de Malú, otra defensora de la verdad. 

Elena es su propia nave nodriza, esa misma que encamina hacia el horizonte incierto de un soleado baleares, su destino de descanso donde renovar su condición preocupada por el mundo que le rodea. 

Elena es la confidente de un mundo mejor, la conspiradora de grandes gestas, la emoción y el cariño por la familia, el bienestar de la alborada, el esplendor de una vida ansiosa de conocimiento, el ímpetu del riesgo.

*******




¿El porqué de los caballos?

Desde siempre me han gustado; desde que mi padre, por primera vez, me llevase a verlos al terreno de un amigo suyo y me subiese a uno de ellos no he podido dejar de cabalgar. 

Tal vez el amor por ellos sea un legado de mi bisabuelo Juan. El fue al único bisabuelo de los maternos que no pude conocer y del que mi madre dice que he sacado esta pasión. El fue cuidador de caballos en el hipódromo de Madrid

Y de ahí a tener tu propia Yegua.

Hace algo más de seis años que me ofrecieron una potra. Me la quedé. Es mi pasión. Se llama “Bahía”. Desde niña quise tener un caballo. 

Pasamos todos el tiempo que podemos juntas. Prefiero estar con ella que hacer cualquier otra cosa. Hay una anécdota simpática al respecto de esto. Cuando me convocaron para las firmas de mi libro en la Feria del Libro de Madrid de este año, le decía al editor que fuese el domingo que el sábado no iría, que tenía una competición que no me iba a perder.  

¿Qué significa tu yegua?

Bahía lo es todo para mí. Cuando tuve que estar de forma continuada viajando a causa del trabajo, el no vernos a ella le produjo rechazo hacia mí cuando regresé. Me daba el culo, intentaba morderme, … la relación se rompió por completo. Tardé un tiempo en volver a ganármela y hasta el día de hoy. 

¿Qué consideras que es la felicidad?

La felicidad es cualquier cosa. Puedo ser muy variable. Puedo un día estar de capa caída, triste, cansada, abatida, doliéndome todo el cuerpo y no tener ganas de nada que si, por ejemplo, cojo el metro y alguien me saluda con un: - “¡Buenos días!”, yo ya soy feliz. Me animo en el momento. 

No necesito mucho para ser feliz. 

¿Aspiras a la popularidad?

No aspiro a la fama. No quiero ser una estrella de la televisión. Quiero con sencillez ser feliz con mi trabajo de periodista. Soy feliz en los pequeños ratos que estoy con mi chico Álvaro, con mi gente, con mi familia y amigos, con mi yegua, con cualquier cosa y en cualquier lugar o circunstancia.

¿Quién fue y quien es Elena?

Elena fue una ingenua que empezó a estudiar periodismo pensando que iba a destapar grandes escándalos. Con el paso del tiempo, conforme fue introduciéndose en el medio - siempre ha trabajado en televisión - aquella Elena de hace unos años se fue dando cuenta de otra realidad. Hoy es muy consciente de que muchos escándalos no se pueden destapar, que a veces le impiden comunicar como ella quisiera hacerlo,…

Elena se volvió tan realista que, a veces, parece que deja de soñar y de ilusionarse, aunque nunca sea así.

Elena es alguien que necesita ese puntillo de intranquilidad para no entrar en la monotonía y no aburrirse. Necesita dificultades para superarse y no acomodarse.

Ciudad Juárez, entre todos tus destinos, ¿el menos agradable?

Para mí han habido otros destinos más molestos que Ciudad Juárez. Aunque nos podamos adaptar a cualquier cosa, yo no soporto las condiciones climáticas extremas, me refiero al frío, a cuarenta bajos grado cero lo pasé fatal. Fue en Siberia. La peor de mis experiencias de vida. 

En cambio quizás, porque siempre me ha provocado interés y atracción por descubrir aquella ciudad y sus entresijos, el miedo o el pánico que se pasa en Ciudad Juárez, no fuese uno de los peores sitios.

Recordarás la primera vez que fuiste.

La primera vez que fui a México lo disfruté como una niña pequeña en un parque de atracciones. Pasé momentos de miedo junto a otros compañeros, ¡por supuesto! Recuerdo que el fixer que nos acompañaba nos dijo: 

- Nos van a rodear dos coches. Por favor, no miréis, no hagáis nada raro. ¡Por favor! 

Cuando ves que los coches empiezan a reducir la velocidad, y a situarse a ambos lados del nuestro, los segundos se hacen eternos. Les ves solo por el rabillo del ojo. La tensión que se crea es adrenalina pura.

Cuando aceleraron y se marcharon nos dijo el fixer:

- Puede ser que estuviesen buscando alguien con nuestro mismo carro. Al menos han tenido la delicadeza de asegurarse de quienes iban dentro.

Tuvimos también la suerte de nuestro lado al llevar los cristales normales y no lunas o ventanas tintadas por que, ante la duda, hubiesen soltado ráfagas de metralla.

Fueron momentos puntuales por que el resto del tiempo estaba pendiente de que todo saliera perfecto: las entrevistas, la imagen, pendiente al fixer, de los recursos, … No me dio tiempo a tener miedo. Fueron tantas cosas que quería abarcar que el tiempo se pasó bastante rápido. De hecho todos los días tenía que levantarme y salir a la calle. No podía permitirme pensar en lo que podría pasar. Siempre traté de olvidar lo sucedido una vez y lo que podría haber ocurrido.

Cierto es que cuando llegaba a la habitación del hotel me daba cuenta que mi vida pendía de un hilo.

¿Es necesario el periodismo en zona de conflicto máxime cuando se pone en riesgo la vida del reportero? 

Tuvimos discusiones en la redacción sobre aquellos periodistas secuestrados en Siria. Compañeros míos que rozan ya el colmo del realismo no dejan de pensar que no deberían haber ido. En cambio, yo me pregunto, si todos pensáramos de ese modo ¿Qué ocurriría? Ganarían los terroristas, ¿verdad? Es eso lo que quieren. Quieren que no exista información, que no haya prensa. 

En Ciudad Juárez pasa lo mismo, allí muchos compañeros de profesión acaban muertos. Pero para eso está la prensa internacional que es la que debe de intervenir. 

¿Ves? He aquí la Elena soñadora.

¿La "Elena soñadora" sigue soñando con las vacaciones familiares en Alicante?

¡Sí! Sí, Guadarmar del Segura es un pueblo al que siempre iba con mis padres en verano. Yo nunca quería ir con ellos. Siempre quería quedarme con mis amigos en Madrid por que les echaba de menos, y si no en Madrid en Brunete, al pueblo de mis abuelos, porque quería estar con mis amigos de allí. Hoy día cuando mis padres se marchan en verano a la costa lo echo de menos. Antes pensaba que era un coñazo. Hoy añoro los momentos en los, en el paseo marítimo, tomábamos horchatas, o cuando aquellas paellas del Rincón de Pedro alimentaban con su olor, los juegos con los amigos de allí, el cine de verano, lo feliz que fui en aquella época, alejada de los problemas que vienen cuando se es adulto, lo extraño.

Quizás sea porque cuando somos preadolescentes no valoramos lo que tenemos en casa. Y el momento de las preguntas llega. Y nos preguntamos del por que no aprovechamos más los tiempos que vivimos.

¿Los valores han desaparecido?

¡No! Los valores siguen existiendo pero aparecen más tarde. 

¿Qué aportan las personas al entorno emocional de Elena?

Por mi trabajo les tengo muy diferenciados. Mis compañeros de trabajo son compañeros, personas con las que tengo que convivir a diario, a veces en terrenos muy agresivos donde he encontrado de todo; pueden ser también personas que se convierten en amistades verdaderas y otras personas que no llegan a ello y que provocan inestabilidad, malestar, irritación. 

En cambio los primeros forman parte de mis amistades de siempre, de fuera del ámbito del trabajo y que, junto a mis familiares y mi pareja , son la gente de la que me rodeo. Ellas me aportan mucha paz.

¿Algún referente a destacar?

Cuando comencé a trabajar, en los medios llevo desde segundo de carrera, mi referente ya era Maruja Torres: una de las primeras mujeres que fueron a zonas de conflicto, que vieron morir a muchos compañeros.

¿Y en el ámbito personal algún otro?

Un montón de personas, … No puedo continuar… Nunca había hablado con nadie de esto. ¡Venga va! Mi abuelo José Luis. 

… No puedo seguir… 

¡Lo siento! 

(Tras larga pausa)

¿Por qué tu abuelo? 

Cuando quiero que algo me salga bien pienso en el. Esto no lo he hablado anteriormente con nadie. No sé si la razón por la que me emociona tanto su recuerdo es porque fue el primer abuelo que se me fue.

Me entristece que no haya visto en la persona en la que me he convertido. 

No creo en nada más allá de esta vida aunque he de reconocer que cuando hay algo que quiero que salga bien pienso en él, y le pido que me ayude. He aquí la Elena contradictoria. 

Con mi abuelo suelo hablar. Le pido por favor que me eche una mano, y lo hace. No sé si es una casualidad, pero sucede lo que deseo. Presiento su ayuda y sé que está ahí junto a mí.


¿Has cumplido tus sueños de pequeña?

De pequeña quise ser cuidadora de caballo o veterinaria, luego fui periodista y hoy me atrae muchísimo la investigación y los cuerpos policiales, sobre todo aquellos profesionales que se introducen en las células terroristas, en terrenos difíciles para cazar a los malos, … 

Cuando empecé de becaria lo hice en Interviú con Manuel Marlasca y José Luis Rendueles a quienes acompañaba a todo lugar, me enganché al periodismo de investigación y conociendo el sector pienso que la policía y el periodismo van muy de la mano.

¿Qué te llevó a infiltrarte en una secta?

Fue uno de los primeros trabajos que hice. Fue un trabajo que nos llegó de golpe a una compañera y a mí. Estaba en el programa “Teleobjetivo” de Radio Televisión Española. Era un programa de denuncia social. Lo hablamos con el director y comenzamos a introducirnos poco a poco. Fue la primera vez que me cree una identidad falsa. Empezamos a contactar con gente del grupo, nos invitaron a eventos y poco a poco empezamos a darnos cuenta como captaban a la gente. 

En ese momento tuvimos que aprender a mentir como bellacas.

¿Qué te ha dejado huella en estos años?

Muchas cosas, una de ellas: Ciudad Juárez. Recuerdo cuando los domingos, sentada en el sofá y mi madre a mi vera, leíamos el dominical del País y uno de los reportajes era sobre las mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez. Me marcó muchísimo. 

El típico tema que te propones y acabas consiguiendo visitar el sitio. ¿Es así?

La primera vez que fui a México lo hice con la cadena televisiva Cuatro. Fuimos a investigar sobre temas de narcos y drogas y aprovechamos para grabar algún testimonio de madres y familiares de mujeres desaparecidas. Al llegar aquí a España y al no parecer interesante en nuestro país las desapariciones, por cuestión de los índices de audiencia, me quedé bastante tocada. El ser soñadora es lo que tiene. Pero la casualidad cerró el círculo que se abrió y un editor, Ramón Perelló de la Editorial Planeta me propuso escribir un libro sobre el asunto en cuestión. Y se hizo.

¿Qué repercusión ha tenido sobre su protagonista el libro?

Nada más publicarlo en España, al día siguiente de la presentación en Barcelona junto a Malú, su protagonista, un periódico de Ciudad Juárez le atacó en el medio diciendo que era una: “Vende Patrias” y que cada vez que salía del país era para manchar el nombre de Ciudad Juárez.

¿Se ha publicado ya en México?

“De regreso a casa” se presenta por fin el próximo día 11 de noviembre en México D.F.

¿Qué llevas ahí? 

“Ni una más”. Es el lema de las madres de Ciudad Juárez.

¿Algún día dejarás de ser tan arriesgada?

Pensé que la osadía se me pasaría con los años y que empezaría a cogerle miedo a ciertas cosas pero me he dado cuenta que, cada vez, es mayor la valentía y que cuando quiero conseguir algo voy a por ello sin temor a nada. Quizás sea la causa por la que considero que estando en Chernobil el destino en sí fue el más manejable. Allí no se ve el riesgo, no se siente, no se huele, no se corre peligro de recibir algún disparo. Soy así… 

¡Una aventurera!

¡Sí!

Un objetivo

No estoy acostumbrada a planificar a largo plazo.

Si te llegara la fama algún día…

No soy tímida, lo que no me gustaría es que me asociaran a la fama y con ello no poder estar tranquila siendo el foco de atención de otros, por ejemplo en una terraza tomando algo con mi gente.

Hermana mayor. ¿Que supuso la responsabilidad de tener un hermano más pequeño?

Me llevaba fatal con mi hermano cuando pequeños. Pensaba que no se podía ser más tonto que el. El ahogar a un pollito cuando enano es una de tantas de sus historias. Yo era súper protectora a la vez de ser la hermana indiferente, la típica hermana mayor que no dejaba de regañarle por todo. Recuerdo que una vez me quedé paralizada cuando una furgoneta blanca le atropelló camino del colegio. No podía creer que aquel niño, tan hiperactivo y enclenque, que una vez se quemó el pelo con un mechero de la colección de mi abuelo José Luis, después de haber salido rebotado no sé cuantos metros, se levantó y se sacudió. No le pasó nada y yo con la llorera de hermana que estaba a su cuidado y que le acompañaba al colegio. 

¿Cuántos años de diferencia?

Seis años de diferencia que le ha servido para que se pudiera apoyar en mí. Lo que no entiendo es cómo ha podido, siendo tan enclenque como era, ser hoy lo que es: bombero. Hoy soy yo quien se siente bajo sus brazos protectores.

Me da mucha tranquilidad de tenerle ahí. Aunque no nos veamos con continuidad, hablar con él, aunque sea por teléfono, es como si le hubiese visto. 

¡Qué quieres que te diga! Es mi superhéroe. 

Polos opuestos.

Tanto que a él, para que no sufriera, mi padre y mi abuelo le hicieron hincha del Real Madrid y a mí del Atlético

Veraneante en las costas mediterráneas. ¿Siendo de tierra adentro no te da miedo el mar?

El mar me aporta felicidad por que supone vacaciones y playa. Aunque por otra parte me da respeto. Mucho respeto. Como de repente deje de tocar suelo me agobia. Me da pavor pensar que una masa de agua oceánica pueda estar encima de mí. 

Recuerdo cuando en helicóptero sobrevolé la zona del Tsunami de Tailandia e Indonesia. Fue con el programa de Cuatro: “¿Qué hago yo aquí?”

Las historias que conocí allí, las condiciones de supervivencia y de adaptación, así como, lo que ocurrió ha sido a día de hoy lo que más me ha impactado.

Recuerdo a una chica tailandesa que, con la sonrisa en la boca, me contaba la llegada de la ola y como se llevó a su abuelo, la persona que le crió. Mientras no dejaba de sonreírme. Realmente me estaba contando un drama pero ella lo veía de otro modo. Me impactó su entereza y el mensaje positivo que de aquella tragedia sacó. Ella me dijo que si el mar en aquel momento no le tragó fue porque su misión en la vida era otra. 

Yo no puedo hablar de mi abuelo José Luís sin emocionarme y en cambio me encuentro con este mensaje. Me parece sorprendente ese modo de pensar.

Otra de tantas historias fue la de un chico de 14 años que perdió a toda su familia, menos a un hermano al que encontró después de meses andando alrededor de toda la Isla de Java.

¿Qué te aporta la madurez?

Ganas de sensatez

¿Y la madurez como vejez?

En este punto de mi vida la ancianidad me da angustia. No quiero que llegue el momento. Pienso que me quedan muchas cosas por vivir. 

Has mencionado sutilmente que cualquiera puede adaptarse a las circunstancias. ¿Por qué crees que es así? 

Siempre he sido muy quejica. Siempre he vivido bien, nunca con necesidades y el hecho de tener que adaptarme a los cambios tan dispares, que me han producido mis viajes de trabajo durante periodos tan cortos, por ejemplo el vivir en la ciudad más peligrosa del mundo, el tener soportar cuarenta grados bajo cero o el vivir con 100% de humedad en el Amazonas, entre muchas otras condiciones me ha enseñado que podemos adaptarnos a cualquier circunstancia por dura que nos parezca al principio. Primero se acostumbra el cuerpo y luego la mente. 

Antes de experimentarlo me preguntaba cómo la gente podría vivir bajo esas condiciones extremas o diferentes, cuando lo he vivido me he dado cuenta que podemos vivir como elegimos o como las circunstancias nos obligan. Cualquiera se puede adaptar a cualquier cambio.

*******

Sus fortalezas y debilidades residen en su familia. Su virtud la de ser capaz de ver los problema de lejos; visualizarlos, afrontarlos y superarlos. Uno de sus tantos defectos, porque nadie es perfecto, es la ansiedad de conseguir lo que desea con impaciencia. Sabina su músico de cabecera, piensa que cada una de sus canciones están dedicadas a ella. La música Rock su gran descubrimiento. El “Mojito de Fresa”, de la terraza de Vanila, su bebida predilecta. Las patatas con Bechamel de su madre su debilidad culinaria. Rodrigo su poeta, un vallisoletano compañero de piso en Londres que le invitó a descubrir una época de incertidumbres: “Los poemas de Rodrigo me hicieron darme cuenta que no era la única que estaba perdida. Me di cuenta que no todo gira alrededor de uno mismo, de todo se sale.”

El sabor a chocolate un placer. Sangre de Judas su vino. “Cálida Trinchera” de los Celtas Cortos su canción. “La insoportable levedad del Ser” de Milan Kundera una de sus novelas de referencia, donde se lee: “El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive sólo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni enmendarla en sus vidas posteriores”. 

Su primera novela escrita: “De regreso a casa”, sobre la lucha contra el olvido en Ciudad Juárez.

“La prensa internacional debe de ser la voz 
de las mujeres de Ciudad Juárez.” 
Elena Ortega.

*******

Si el escribir, como dicen varios autores con los que he llegado a conversar, es una purga para nuestra esencia, la catarsis emocional que continúa provocándose en el interior de mi ser son el éxtasis por vivir y trasladar historias con alma. 

Tras este freno que tuve que pisar en el tiempo, por rentabilidad y lucidez sensitiva, con esta nueva entrevista reafirmo que esas emociones las cuales carecen de términos para ser descritas, cuando publico un trabajo acabado, son el hechizo de noches interminables de transcripciones, lecturas, aprendizajes, escrituras y conocimientos.




En este momento agradecer a Elena Ortega esta pasmosa entrevista que hoy, ajustada a la actualidad, se publica y que me concedió en Madrid hace pocos meses.


Juanjo Sánchez ©


















Imágenes autorizadas por Elena Ortega para esta entrevista.