jueves, 1 de enero de 2015

HACE UN AÑO

Hace un año mis expectativas estaban años luz de donde hoy están. Merced a quienes han ido confiando en mí durante este viaje, alrededor de los pasados 365 días ya agotados del 2014, he conseguido avanzar esa distancia existente entre un pasado difícil, donde me encontraba, y un futuro esperanzador, presente, en el que me encuentro. No tenía esperanzas de llegar aquí. No existía en mí más que ilusión, esfuerzo, tesón y perseverancia en lo que deseaba, y sigo deseando, conseguir: ser feliz con amigos y conocidos, por que la amistad es uno de esos tesoros más preciados y el conocer a otra gente enriquece el alma. El camino enturbiaba mis ansias por lograr todas aquellas aspiraciones que desde pequeño había tenido y todas aquellas que desde mayor, con el aprendizaje, han ido brotando como hermosa orquídea entre un desierto de rosas y sus espinas que encontraba en mi peregrinar.


Si se trata de marcar diferencias creo que lo he conseguido quizás sin mucho esfuerzo, quizás con demasiados sacrificios. Los que han querido unirse en íntimo matrimonio con mi alma y han quedado relegados al olvido han conseguido apartarme de ellos mismos y de sus círculos de influencia, si alguna vez la tuvieron. Ese selecto grupo de señoras y señores, poco recomendables y que solo han pasado por mi camino para enseñar un aprendizaje son pasado. Los otros, aquellos que me han apoyado y siguen haciéndolo sin juzgar, sin preguntar, sin atormentar, sin presionar y sí siendo auténticos, conociendo mi trayectoria, reforzando mis virtudes, ocultando mis defectos, potenciando mis ilusiones, oscureciendo mis miedos, iluminando mis emociones y destruyendo las sombras han afianzado mi creencia en el ser humano y sus bendiciones. El bendito destino que nos unió en su momento, cada vez más, consigue que me sienta arropado y parte de esos corazones que me acogieron en un momento de mi historia, sus historias, como pieza fundamental de un algo propio ligado al engranaje de las emociones.


Gracias a todos aquellos, sin excepción alguna, que durante el 2014 me han enseñado a avanzar descalzo sobre cristales, a caminar sobre la fina línea roja del deseo, del pecado y del delito sin sucumbir a el, a galopar a lomos de un caballo llamado "Libertad", a subsistir con las necesidades de un mendigo, a alimentarme con la calma de un sabio, a respirar con el alma de un inocente, a beber de las fuentes del saber de la humanidad, a comprender a reaccionar frente al pánico, a superarme en momentos de incertidumbre, a relajar mente y espíritu frente a las adversidades, a no olvidar como debe de dormir un "Impeesa" y, ante las inclemencias de esas otras mentes desvirtuadas, dañinas y oscurecidas por insensateces y otras adicciones, vencer mis propios miedos.

Hace un año mi esperanza de vida era bastante corta. Poco a poco ha ido mejorando hasta llegar al día de hoy donde, esas esperanzas ya fortalecidas, se han multiplicado por sí misma de forma exponencial y, a su vez, por los nuevos 365 días del nuevo año que acaba de estrenarse. 

¡Gracias a todos! No os felicito el nuevo año por un sencillo motivo: cada día debe de ser una oportunidad para hacerlo; para desearos el mejor día y llenarlo de amistad, sabiduría, cariño, amor, abrazos, sonrisas, carcajadas, si se puede, y felicidad.

Si todo tiene un porqué para acabar esta costura entre palabras y sentimientos he de hacerlo aseverando que hace un año, a esta misma hora paseando y reflexionando por las Ramblas de Catalunya y la Plaza del mismo nombre, mis expectativas comenzaron en una soledad compartida.

© Juanjo Sánchez
1 de enero de 2015